Thursday, July 21, 2005

 

Calle Mier y Pesado

Para Juan Dicent

Todos regresan a sus habitaciones.
Un perro comienza a ladrar,
arriba llueve y se escuchan alarmas.
Apenas se me ocurren palabras como sol, alma, cerilla.
Una enfermera borracha se desnuda a mi lado,
su sombra es lo más real entre estas paredes.
¡AUXILIO!
Debiera salir a caminar antes que se haga de día.
Podría estar haciendo un solo de trompeta en una calle de Praga con un peine en la boca y el estómago frío.
Tal vez deba comprar una escopeta,
tomar el próximo camión rumbo a Tijuana
y cruzar la frontera con Estados Unidos,
justo ahora que no tengo visa ni pasaporte.
Cada segundo es un día.

 

Monjas

Tú no crees que gritar sea lo mejor,
berrear como los puercos y las chivas,
sacarse todo el miedo de una vez
hasta que nadie pueda oírnos.

Las ilusiones pesan.
Los silencios figuran mujeres,
monjas que se comen el día.

Ellas no saben que aquí la poesía
no importa tanto como cada uno de mis dedos,
como las ganas que tengo de asesinar un pollo.

 

Post it

Desde las ocho y media no hubo luz,
el calor y los mosquitos todo el día neciando.
Qué bueno que esta mañana antes de irte,
llenaste la cubeta azul.

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